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jueves, 10 de junio de 2010

Palabra y libertad

Los convidamos con un fragmento de la maravillosa novela del cordobés Andrés Rivera. Vaya este espacio de lectura como recuerdo a Mariano Moreno desaparecido en el río, a Manuel Belgrano recibiendo la muerte en la miseria y la soledad, a propósito del Bicentenario, a la salud de la Ley de Medios y como palmadita en la espalda a todos los periodistas.
Dice Castelli, piensa, reflexiona: “¿Qué juré yo en ese día oscuro y ventoso, de rodillas en la sala capitular del Cabildo, la chaqueta abrochada y la cabeza gacha, y bajo la chaqueta abrochada, dos pistolas cargadas? ¿Qué juré yo, de rodillas sobre los ladrillos del piso de la sala capitular del Cabildo, a la luz de velones y candiles, la mano sobre el hombro de Saavedra, la chaqueta abrochada, las pistolas cargadas bajo la chaqueta abrochada, la mano de Belgrano sobre mi hombro? (…) ¿Qué juramos allí, en el Cabildo, de rodillas, ese día oscuro y otoñal de mayo? ¿Qué juró Saavedra? ¿Qué Belgrano, mi primo? ¿Y qué el doctor Moreno, que me dijo rezo a Dios para que a usted, Castelli, y a mí, la muerte nos sorprenda jóvenes? ¿Juré, yo, morir joven? ¿Y a quién juré morir joven? ¿Y por qué? ¿Qué juré yo, y a quien, ese 25 de mayo oscuro y ventoso, de rodillas, la mano derecha sobre el hombro de Saavedra? (…) Juré que la Revolución no sería un té servido a las cinco de la tarde

Andrés Rivera, “La revolución es un sueño eterno” (1987)

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