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jueves, 24 de junio de 2010

SARAMAGO



Cuando leí  Casi un objeto tuve la sensación de estar leyendo una especie de Cortázar, pero diferente. Atrapante, sugerente, había algo nuevo allí, otra percepción, otro modo. Puede que ese sea el libro menos conocido o leído de Saramago, celebrado como novelista, comentado últimamente como poeta, pero Casi un objeto bien vale una noche desvelada leyendo porque sí, porque hay centauros… gente que no puede salir de los autos porque los autos se vuelven literalmente sus cárceles, dictadores eternamente a punto de caer, gente que ve desaparecer los objetos y finalmente desaparece también. Y si se lo lee de corrido tal vez uno crea que ha vuelto a entender cómo funcionamos en un sistema que funciona alimentándose de nosotros. 
Después Saramago será enorme. El evangelio según Jesucristo lo pondrá ahí donde habitaban los García Márquez  (ese solo libro cambiará la literatura, ningún otro libro será ése, nunca más) pero Saramago lo trasciende, porque hubo un antes y un muy buen después. Eso es llamativo en un escritor Iberoamericano, dado que como en el caso de Márquez o de Cortázar o de Fuentes, aún tiene algo nuevo por escribir.  Como si borgeanamente Saramago se hubiera robado la operatoria de los del boom, El evangelio..., un texto que mediante la ausencia de puntuación, pone en consideración nuevamente qué es la literatura, pero que no se queda en ese recurso que sostiene la narración sino que hace ínfimo ese recurso ya que la historia es la misma pero inédita, en ese sentido es un evangelio, y él un nuevo evangelista, contemporáneo por demás, lo que se ve en sus juicios actuales "del lado del lector".
Escribo todo esto porque ha muerto Saramago, pero va  a llevar más tiempo entender lo que fue y lo que hizo ese hombre. Y es importante decir aquí que diga lo que diga la Iglesia Católica no debería haber teólogo o aspirante a serlo que no lea el susodicho Evangelio. Ése deber saber es el evangelio de la posmodernidad y comprenderlo , en su juego literario no teológico no es poca tarea.
Porque Saramago no se quedó allí y siguió trabajando en la madurez de su proyecto literario escribiendo un libro tal vez más grande que áquel evangelio y fue Ensayo sobre la ceguera.  El cine jamás podrá captar lo que pasa en el nosocomio y la ciudad afectada por el peor enemigo, la incapacidad de ver. La parábola del evangelista es clásica, tienen que estar ciegos para empezar a mirar que es una comunicación humana, sin la vista de corazón a corazón. 
Pero esta es solo una trope interpretación que sólo viene a cuento de la genialidad del hombre que ha muerto, porque no contento con este libro se ya diríamos despachó con un Ensayo sobre la lucidez enorme: la idea que concibe extremando la anterior, el pueblo  votará en blanco, la humanidad dejará de morir. Genial, finalmente, será la muerte enamorada, burda y canallesca, la política paranoica del voto organizado, no está mal ver la cara infame del poder, y si fuera poco con eso aún siguió Saramgo y en breve fue célebre y jurado de concursos, premio nobel, luchador civil de justa causa, allí la historia de la isla trascendió pero tal vez por hambre editorial y su poesía en volumen aun espera juicios, por no hablar de su Caín y lo que al parecer dicen los oxidarios era su nueva novela.  Ya no me importa, recuerdo al tocar su muerte en este día, la desesperación con que me hablaba su evangelio que durante dos días eternos como simples cosas de labriego no pude dejar de leer.


PROF. Guillermo Cegna

3 comentarios:

  1. Excelente !!!!!! El evangelio según Jesucristo te abre la cabeza.

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  2. Lamentaremos su ausencia y nos seguirenos nutriendo de su obra

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  3. me encantó lo que pusieron sobre el Che, no sabia q era de cortazar.
    Unamasa

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